miércoles, 11 de marzo de 2009

10 RIMAS DE GUSTAVO ADOLFO BECKER


Entre la gran biografia de Gustavo Adolfo Becquer, cabe destacar que nacio en Sevilla el 17 de febrero de 1836 y que Su verdadero nombre era Dominguez Bastida. Su padre, Jose Maria Dominguez Insausti, pintor costumbrista con buena clientela entre los extranjeros, desempolvó un viejo apellido de la familia lleno de resonancias nordicas: Becquer, Vequer o Becquer. Los Becker, procedentes de Flandes, se establecieron en Sevilla a fines del siglo XVI y ocuparon un lugar destacado en la vida de la ciudad durante varias generaciones. La costumbre de don Jose Maria fue continuada por sus hijos, que fijaron la vacilante ortografia del apellido en la forma con que la conocemos: Becquer. Su madre se llamaba Joaquina Bastida Vargas.
Gustavo escribio varias obras e infinidad de rimas entre las cuales cabe destacar las siguientes:




RIMA #1
Como en un libro abierto
leo de tus pupilas en el fondo.
¿A qué fingir el labio
risas que se desmienten en los ojos?


RIMA #2

¡Llora! No te avergüences
de confesar que me has querido un poco.
¡Llora! Nadie nos mira.
Ya ves; yo soy un hombre... y también lloro.


RIMA #3

Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.


RIMA #4

Yo quisiera escribirle, del hombre
domando el rebelde mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.


RIMA #5

Pero en vano es luchar; que no hay cifra
capaz de encerrarle, y apenas, ¡oh!, ¡hermosa!,
si teniendo en mis manos las tuyas
podría al oído cantártelo a solas.


RIMA #6
Lo que el salvaje que con torpe mano
hace de un tronco a su capricho un dios
y luego ante su obra se arrodilla,
eso hicimos tu y yo.


RIMA #7
Dimos formas reales a un fantasma,
de la mente ridícula invención,
y hecho el ídolo ya, sacrificamos
en su altar nuestro amor.


RIMA #8
Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
veíase el arpa.


RIMA #9
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!


RIMA #10
¡Ay!, pensé; ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz como Lázaro espera
que le diga «Levántate y anda»!

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